El retorno del Bisonte

         El Bisonte es un animal fascinante, majestuoso e incluso icónico. Uno de mis sueños viajeros es verlo en libertad en el Parque de Yellowstone (EE.UU.) o en el bosque primitivo de Białowieża (Polonia). Mientras tanto, en España existe el llamado “Valle del Bisonte”.

   Investigando sobre el bisonte quedé profundamente impactado al descubrir unos datos dramáticos. Casi no podía creérmelo. En el viejo continente comenzaron a vagar hace unos 10000 años y en 1927 murió el último ejemplar salvaje de bisonte europeo. Solo quedaron 12 en cautividad y a partir de ellos se intenta recuperar la especie.

Lamentablemente, al descender de tan escasos ejemplares, la consanguinidad es muy alta. Eso hace que no deban mezclarse las dos líneas de cría para no perder la variabilidad genética.

La grata sorpresa fue descubrir la Fundación “True Nature”, que cuenta entre sus intereses con la reintroducción de especies perdidas. En una de mis zonas naturales favoritas, en la provincia de León (España), están llevando a cabo un proyecto en el que el bisonte regresa a su hábitat en las montañas. Pretenden reintroducir especies que alguna vez poblaron el continente europeo.

Desde que conocí su trabajo me propuse hacer una visita al Valle del Bisonte (Anciles Wildlife Reserve) para disfrutar de la visión en semilibertad del mamífero terrestre más grande de Europa.

El sueño se convierte en realidad

   Tras un par de intentos fallidos por las malas previsiones climatológicas por fin me reuno con Luis, de la Compañía de Guías de Montaña de León. Pretendemos acercarnos al Valle de Anciles para conocer la zona y buscar bisontes o alguna de las especies que rondan por allí (corzo, jabalí, ciervo, caballos Pottoka, búfalos de agua).

Encontrar a los gigantes sería un éxito. Conseguir alguna fotografía lo consideraría un auténtico regalo.

El todoterreno nos acerca hasta donde está permitido que accedan vehículos. Caminamos con esperanza hasta un alto desde donde se observa la reserva de vida silvestre rodeada de montañas, alargándose hasta las aguas del embalse de Riaño.

Con los prismáticos comenzamos a observar las laderas. Sorprendentemente enseguida divisamos tres ejemplares reposando en un alto. Con cierto nerviosismo y la adrenalina a rebosar los rodeamos desde la distancia para tener la visión de estos maravillosos animales con el valle de fondo.

– Uno de los objetivos era mostrar a los bisontes integrados en el entorno –

– Cuando un bisonte levanta la cabeza y te observa es un momento difícil de olvidar –

    No nos acercamos más de lo que permite la prudencia. Se supone que no es un animal peligroso si respetas unas pautas generales como no hablar alto, no acercarte demasiado y no establecer contacto visual directo.

    En mis encuentros con fauna hay dos reglas que respeto estrictamente:

– No tomar riesgos innecesarios con animales salvajes o en semilibertad en su terreno.

– Producir la mínima molestia e interferir lo mínimo posible en sus costumbres.

Súbitamente se levantan los tres y nos parece suficiente el regalo que nos ha hecho la naturaleza. Descendemos por el valle pudiendo comprobar desde la lejanía la agilidad de estos seres de casi 1000 kilos desplazándose y saltando de manera sorprendente.

El corazón comienza a recuperar poco a poco sus pulsaciones habituales después de las sensaciones vividas. En el paseo por el resto del Valle, hasta las aguas del embalse, la naturaleza nos ofrece más regalos. Vemos un grupo de caballos de raza Pottoka y un rebaño de búfalos de agua.

Es una maravilla ver cualquiera de estas especies, pero los auténticos responsables de nuestro alterado estado emocional son sin duda alguna los bisontes.

La jornada nos depara otro obsequio en el camino de vuelta. Llegando de nuevo a la zona alta los bisontes pastan cerca de los límites de la reserva. Una nueva oportunidad de sentir su impactante presencia y tomar algunas imágenes más para conservar en la memoria y en el archivo fotográfico.

– En el momento disfruto de la presencia de los bisontes. Después, las fotografías me permiten recordar para siempre y contar la historia –

– El bisonte americano prefiere las grandes llanuras, mientras que el europeo se desenvuelve mejor en los bosques –

    De vuelta al vehículo me siento absolutamente satisfecho y comprometido con la historia que acabo de vivir. Dicen que una fotografía puede cambiar la historia de lo fotografiado: un lugar, una persona o un animal. Un cambio positivo podría ser la creación de una mayor conciencia de conservacionismo. El desastre sería incrementar el turismo no sostenible e irresponsable.

Después de debatir esta contradicción en mi mente, decido compartir la historia porque los valores que fomenta la fundación “True Nature” deben darse a conocer, ya que la divulgación es parte importante de la conservación.

Confío en que los visitantes disfruten de la visión y el momento, respetando el entorno y ocasionando la mínima molestia a los animales.

La experiencia ha sido tan gratificante que ojala pueda convertirse en un ilusionante proyecto a medio y largo plazo, para disfrutar en primera persona de la visión de estos animales y dar a conocer más esta genial iniciativa.

Intentaré seguir retratando momentos puntuales en la historia de los afortunados bisontes del Valle de Anciles. Quizás contribuya a despertar la conciencia colectiva para la conservación del medio natural y las especies. Sería estupendo que las imágenes plantaran en alguien la semilla del amor por la naturaleza y un compromiso con el turismo ecológico.

Blanco y negro

    Gran parte de mi fotografía se muestra en color, pero en ocasiones la historia que pretendo reflejar debe mostrarse en blanco y negro. Lo decido subjetivamente, cuando pienso que el color es una distracción respecto al mensaje. Si la fuerza de la imagen no se basa en los colores, el blanco y negro puede ayudar a darle sentido.

En el caso de los bisontes quería crear una atmósfera atemporal. Visualizar a estos animales en otra época y enlazarla con la actual.

Teniendo en cuenta las luces y sombras que componen el paisaje y la figura de los protagonistas, la búsqueda de un intenso contraste pide la conversión a blanco y negro. Además, desde el punto de vista estético, enfatiza la textura característica del pelaje, pudiendo apreciar mejor la espesa capa de pelo que les caracteriza.

TEXTO e IMÁGENES

Alberto Durán

Apasionado de la fotografía, los viajes y contar historias.

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